Como herencia de la festividad cristiana de la invención de la Santa Cruz que celebraba la Iglesia el 3 de mayo, se celebra esta fiesta desde la época romana. Rememorando el símbolo que guió al emperador Constantino el Grande a la victoria en una batalla, la santa Cruz encontrada en Jerusalén por su madre, santa Elena, se confeccionan cruces con flores y se exhiben los primeros días de mayo en plazas y calles.
La tradición que da lugar a la celebración nace cuando los jurados de la ciudad de València decidieron erigir cruces de piedra para marcar los límites de la ciudad. Durante el siglo XX muchas de estas cruces se engalanaban con flores y motivos primaverales. Tras el derribo de las murallas, se comenzaron a montar cruces artesanales en conmemoración de este hecho.
Originariamente se celebraba la fiesta el 1 de mayo pero se retrasó dos días por la nueva fiesta obrera, haciéndola coincidir con la fiesta de antaño. En ella, desde los años cuarenta se celebra un concurso en el que se premia a las cruces mejor elaboradas. Las fallas, asociaciones culturales, hermandades religiosas y otros colectivos, son pues los protagonistas de esta fiesta que engalana las calles los primeros días de mayo.